Vivimos en un país en crisis eterna

Durante una revuelta entre reos, ocurrida ayer, perdió la vida el capitán Byron Lima Oliva. El militar fue un hombre fuerte del desaparecido Estado Mayor Presidencial. Y se le acusó, junto al sargento Obdulio Villanueva, de ser el autor material del asesinato de monseñor Juan José Gerardi.

Y ya preso, Lima Oliva era considerado el amo y señor de los presidios. Nada pasaba sin su autorización, incluso las autoridades debían consultarle.

Todo este entramado, más su muerte, no hacen sino confirmar que el Sistema Penitenciario del país vive en una profunda crisis. Primero, porque las cárceles en su totalidad están controladas por los reos. Y luego, porque a Lima Oliva no solo lo ejecutan con un granadazo, sino luego le dan dos tiros de gracia. Ello, por supuesto, implica que al penal ingresaron armas. Y por si a alguien le quedaba duda de la facilidad con que allí se mueve el armamento, pues pensemos en que hubo un total de 13 muertos porque entre los reos se mataron a balazos.

Esta situación no hace sino explicarnos que ni las requisas, ni los guardias, ni las autoridades son confiables. Hace más o menos un mes se escaparon varios reos de una cárcel en Santa Rosa, y esta es la hora que nadie sabe nada de ellos. Es más, es muy probable que ya ni las autoridades de Presidios lo recuerden, pues poco o nada se ha sabido que hagan para recapturarlos.

Guatemala parece vivir en una crisis eterna, en todo sentido. Todo lo mal que puede suceder, en Guatemala ha sucedido, sucede o está por suceder.

 

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