La violencia azota inclemente al país

En Guatemala se puede morir por cualquier cosa, pero principalmente por un hecho violento. Por ser asaltado, por ser extorsionado, por ser secuestrado. Incluso, se puede perder la vida por una bala perdida. La mayoría de las veces los agresores son ajenos a la víctima.

Sin embargo, aunque parezca increíble, hay casos en los que un mismo familiar resulta ser el victimario. Y, en este último tipo, la causa suele ser el dinero. Un caso paradigmático, en este sentido, se registró ayer en la colonia Bethania. Un hombre habría enviado a matar a su propia hermana, molesto porque la herencia familiar le tocó a ella en su totalidad, y a él lo dejaron absolutamente sin nada.

A tal grado puede llegar la inconformidad y el enojo de una persona. Matar a su propia sangre por dinero.

Pero el caso de ayer solo es parte de la vorágine de violencia que reina en el país. Los más conservadores hablan de 12 guatemaltecos asesinados diariamente, pero los más críticos hacen cuentas de 15. Al final, la cifra es lo de menos. Lo preocupante es que, sea cual sea, nos posiciona entre los 10 países más violentos del mundo. Y en Latinoamérica, entre los 5 más violentos, solo superado en Centroamérica por Honduras y El Salvador, que ocupan el segundo y el primer lugar en muertes violentas, respectivamente.

Lamentablemente, poco se hace para revertir esta situación. La falta de recursos del Estado no permite que las autoridades puedan enfrentar de manera más directa y profunda todos los problemas que vive esta nación. De momento, las baterías parecen estar más dirigidas en contra de la corrupción, lo cual no es malo. Pero tampoco puede dejarse de lado la violencia, que azota inclemente a los guatemaltecos.

 

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