Atrapados en una maraña de violencia

Pareciera que no hay otro tema de que hablar, pero es necesario recalcar mucho en torno a los niveles de inseguridad que está atravesando el guatemalteco en todos sus estratos sociales, pero principalmente el ciudadano de a pie. Este personaje debe caminar con la “camisa levantada”, como dice el dicho, cuando va por las calles, ya que no importa la hora, corre el riesgo de ser víctima de cualquier acto de la violencia.

Porque no pasa desapercibido, el que las autoridades ya no tienen control sobre la ciudad, ni los municipios, ni departamentos, mucho menos aquellos lugares recónditos, en donde los habitantes no saben lo que es la presencia de las fuerzas de seguridad. Esta inseguridad ha llevado a varias personas a querer tomar la justicia por su propia mano, y poco les importa el tener que enfrentar a los antimotines, con el fin de arrebatar a las personas detenidas, sindicadas de diversos delitos, todo por saciar una sed de “justicia” mal aplicada. Ejemplos de estos abundan, pero los más recientes ocurrieron en Sanarate, El Progreso, donde un delincuente prefirió ahorcarse al verse acorralado por una multitud que lo acusaba de ladrón y que quería hacer justicia por su propia mano. El más reciente, lo ocurrido en Patulul, Suchitepéquez, en donde los pobladores trataron de linchar a un presunto extorsionista, quien junto a otro habían baleado a un piloto de un bus.

Por eso es urgente que las autoridades implementen planes de seguridad que realmente devuelvan la esperanzan al guatemalteco, y que los agentes de PNC, en lugar de estar detrás de un escritorio, salgan a las calles a patrullar, para que el ciudadano de calle se sienta tranquilo, si es que se quiere dar protección a los guatemaltecos, estén donde estén.

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